jueves, 9 de julio de 2015

EL MEJOR PRESIDENTE QUE HA TENIDO MÉXICO

                                                         
                                                          ADOLFO LOPEZ MATEOS


En su primera reunión de gabinete exhortó así a sus colaboradores: "Señores: hemos tomado posesión por mandato supremo del pueblo del Poder Ejecutivo de la Nación, pero antes de llegar aquí, afuera, hemos abandonado los hábitos de nuestras diferencias políticas y personales para no lastimar a ninguno de nuestros compatriotas. "Es necesario, porque es una obligación indeclinable, atender y servir sin distinción de credos ni partidos a todos los que vengan a nosotros; a nuestros adversarios políticos de ayer tratarlos como amigos y de ser posible aprovechar su colaboración en bien del país. "Que desde hoy nuestras puertas permanezcan abiertas para todos los mexicanos y hagamos honor al mandato que el pueblo nos ha conferido". (Silva Rojas César. Adolfo López Mateos. Así era él).
López Mateos, joven, comparado con su antecesor Ruiz Cortines, gran orador, de personalidad carismática, apasionado por las mujeres y aficionado a los coches de carrera, renovó la esperanza en la Revolución Mexicana y en el futuro promisorio de México.
En una época en que para no pocos priístas el socialismo era el destino histórico de la humanidad, López Mateos, a raíz de una declaración del presidente de la Gran Comisión del Senado Manuel Moreno Sánchez, de que el gobierno era de izquierda, expresó el 1º de julio de 1960 en Guaymas: "... la línea de política a la derecha o a la izquierda debe ser tomada desde el punto de vista de cuál es el centro. En realidad ustedes conocen cuál es el origen de nuestra Constitución, que emanó de una Revolución típicamente popular y revolucionaria, que aspiraba a otorgar a los mexicanos garantías para tener mejores niveles de vida en todos los órdenes, a una mejor educación, a la salubridad, a la dignidad humana. En ese sentido nuestra Constitución es, de hecho, una Constitución de origen popular de izquierda, en el sentido que se le quiere dar a la palabra izquierda en México. Ahora, mi gobierno es, dentro de la Constitución, de extrema izquierda".
Sus palabras escandalizaron al Partido Acción Nacional, a la prensa y a algunos sectores empresariales que temían una expansión estatal que redujera su campo de acción e influencia, pero tras los dos últimos gobiernos conservadores de Alemán y Ruiz Cortines, trajeron nueva fe en una revolución que muchos consideraban ya agotada.
Durante su segundo informe de gobierno, abundó en lo que quizás consideraba un gobierno de “izquierda”, como aquel que sujetaba la propiedad privada al interés social, conservaba para la nación la propiedad de sus recursos naturales, tutelaba los intereses de obreros y campesinos, y usaba el poder en beneficio de la gente y no a favor de unos cuantos privilegiados: “Poseer o disfrutar de la propiedad de bienes debe constituir una función social que beneficie a todos, y que no tienda a la estéril acumulación que origina el dispendio de los recursos o la explotación del hombre. La propiedad privada, social o nacional, debe cumplir su finalidad productiva mediante el trabajo, ofreciendo a todos los mexicanos las mismas oportunidades para participar en el patrimonio común... Los procedimientos empleados para realizar nuestra Revolución, se contienen en el vasto sistema de la Reforma Agraria; en las leyes tutelares y la estructuración sindical de los trabajadores mexicanos; en el organismo educativo nacional; en el esfuerzo sistemático de nuestra industrialización; en la nacionalización y mexicanización de las actividades y de los recursos básicos que fomentan las tareas de todos; en la expansión constante de los servicios sociales frente al desamparo, la enfermedad y la inseguridad; en el conjunto de instrumentos financieros al servicio del campo, de la industria y del comercio, y en el plan nacional de obras públicas que tiende a transformar y mejorar el ambiente natural para hacer más fecundo el trabajo y estimular la inversión productiva, garantizando sus legítimos resultados”.
En suma, para López Mateos, “el Estado tiene la responsabilidad, conforme a las leyes básicas de la nación, de promover y encauzar el desarrollo económico… (que ya no) puede ser tan natural ni espontáneo…no para sustituir a la iniciativa privada sino para crear las condiciones que estimulen las actividades productivas…(para mejor realizar este propósito) es necesaria la coordinación de la iniciativa privada y de la pública para que armónicamente realicen sus actividades en los campos que les son propios… (el ahorro interno debe satisfacer nuestras necesidades) y complementariamente, cuando ello tenga efectos benéficos, procuraremos recursos provenientes del exterior”. Conforme a estos pensamientos, con Antonio Ortiz Mena al frente de la secretaría de Hacienda y Crédito Público, inició la política económica conocida como “el desarrollo estabilizador” que, por medio de la estabilidad monetaria y de los precios, logró dar equilibrio a la balanza de pagos, detuvo el alza del costo de la vida y avanzó en el desarrollo de industrias básicas. Al efecto, la estabilidad monetaria se mantuvo mediante la limitación y sustitución de las importaciones, y el fomento a las exportaciones de bienes y servicios. Y la estabilidad en los precios se logró por medio del control del gasto público, la reestructuración administrativa para aprovechar mejor los recursos financieros disponibles, el aumento de los precios de los bienes producidos por el Estado y de las tarifas de los servicios públicos, así como la reducción de los subsidios existentes. La inversión pública se orientó hacia sectores como la producción de alimentos y de insumos básicos; además se buscó establecer el control de precios por medio de la acción administrativa gubernamental. De este modo, el gobierno de López Mateos pudo lograr tasas de 6% de crecimiento anual, y de 52% de la industria a lo largo de su sexenio, lo que se reflejó en el mejoramiento del nivel de vida de la mayoría de la población. Según Enrique Semo (El Ocaso de los Mitos): “Cárdenas inauguró la época del corporativismo; López Mateos presidió su bonanza. Las articulaciones entre el capital estatal, el privado y el extranjero alcanzaron, por aquellos años, su madurez”.
Sin embargo, su posición de “extrema izquierda” no siempre fue avalada en los hechos, dado su rechazo a toda disidencia. Así, uno de los primeros problemas que tuvo que enfrentar en 1959, ya como presidente, fue la huelga de los ferrocarrileros, planteada un año antes por el sindicato no oficialista dirigido por Demetrio Vallejo y Valentín Campa. Si bien aceptó algunas de las demandas del sindicato, terminó aplicando la requisa a la empresa y encarcelando a los líderes bajo el cargo de “disolución social” consignado en el artículo 145 del Código Penal, un delito creado durante la Segunda Guerra Mundial para castigar el sabotaje y la sedición. La huelga fue declarada inexistente e ilegal por las autoridades laborales, fueron cesados miles de trabajadores y las instalaciones ferroviarias requisadas por el ejército.
Del mismo modo, fueron reprimidos por los soldados los movimientos de los maestros y telefonistas y se “desconocieron” o encarcelaron a los dirigentes, como al líder magisterial Othón Salazar; también se persiguieron a las organizaciones de izquierda y se apresó a Arnoldo Martínez Verdugo, del Partido Comunista. En contraste, López Mateos apoyó a líderes oficialistas, como Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”.
Además, el anciano periodista Filomeno Mata hijo, fue encarcelado y tras un atentado cuya autoría se le imputó durante una huelga ferrocarrilera, el pintor David Alfaro Siqueiros estuvo en prisión hasta que recibió el indulto del propio López Mateos.
En San Luis Potosí, tras unas elecciones violentas y fraudulentas, López Mateos ordenó al ejército la represión de la resistencia civil del candidato independiente a gobernador Salvador Nava, quien fue detenido y torturado en la ciudad de México.
También enturbió su gobierno, el secuestro y asesinato del líder campesino Rubén Jaramillo, su esposa Epifania Zúñiga García y sus hijos Enrique, Ricardo y Filemón, por soldados vestidos de civiles (se dijo que por órdenes del jefe del Estado Mayor Presidencial), cuando intentaba fundar un nuevo centro de población sobre terrenos que se disputaba con los fraccionadores. Después del asesinato, una foto de la revista Política, daba cuenta del abrazo fraternal de Jaramillo y López Mateos en 1958. Renato Leduc escribió: “Cuídate, Jacinto López./ Escóndete, Arturo Orona./ No vaya el compadre López/ cara de buena persona/ después de un gran abrazote,/ a darles caja y corona.”
A pesar de que el país estaba en aparente paz y que el régimen priísta gozaba del consenso de la mayoría de la población debido al mejoramiento de las condiciones de vida de parte importante de la población, las acciones represivas del gobierno y el ejemplo de la revolución socialista cubana impulsaron a un grupo de personas que no creían en el “milagro mexicano”, entre las cuales se encontraba el expresidente Cárdenas, a organizar el Movimiento de Liberación Nacional, MLN, que el 15 de septiembre de 1961 presentó su programa, en el que demandaba, entre otras, la plena vigencia de la Constitución, la libertad para los presos políticos, la libre expresión de las ideas, la reforma agraria integral, la autonomía y democracia sindical y ejidal, la industrialización nacional sin hipotecas extranjeras, el reparto justo de la riqueza nacional y la solidaridad con Cuba.
Por su parte, la iglesia católica emprendió una campaña de “Cristianismo sí, comunismo no”, los grupos de derecha organizaron el Frente Cívico Mexicano de Afirmación Revolucionaria, el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación, MURO, filial del Yunque, y los empresarios crearon el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios para defender sus intereses.
Desde los Estados Unidos, el presidente Kennedy, ante la efervescencia motivada por la revolución cubana, lanzó la “Alianza para el Progreso”, cuyo propósito era evitar la insurrección en América Latina por medio de reformas políticas y sociales.
Por eso, para incluir en la arena política institucional a los diversos grupos disidentes, López Mateos promovió la reforma de los artículos 54 y 63 de la Constitución para crear la figura jurídica de los “diputados de partido” cuando estos organismos obtuvieran el 2.5% de la votación, que aunque no puso en peligro el dominio del PRI en la Cámara de Diputados, si abrió paso a algunas voces de los partidos de oposición como el PAN, el PARM y el PPS.
Ya en sus discursos en el extranjero había expresado su ideología pluralista:"Francia sabe muy bien cuánta distancia media entre la unidad y la uniformidad. Deseamos un mundo unido, no un mundo estandarizado".
Al mismo tiempo, para promover la unidad del grupo revolucionario, el 7 de diciembre de 1961, López Mateos otorgó cargos públicos a todos los expresidentes vivos en esa fecha: Roque González Garza, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez, Lázaro Cárdenas, Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines.
Más allá del autoritarismo que era connatural al régimen establecido, además de sus logros económicos, el gobierno de López Mateos otorgó beneficios indiscutibles para los más desprotegidos y para el país: en el campo, trató de realizar la “reforma agraria integral” para llevar hasta sus últimas consecuencias los principios de justicia social en el agro; así distribuyó 16 millones de hectáreas entre los campesinos, más que cualquier otro presidente desde los tiempos de Lázaro Cárdenas; también creó la CONASUPO para mantener precios de garantía a la producción agrícola, constituir reservas de estos productos y regular sus precios al consumidor; además, estableció la Aseguradora Nacional Agrícola y Ganadera en apoyo del campo. Derogó 46 concesiones de inafectabilidad ganadera y no otorgó ninguna; también derogó la Ley Federal de Colonización que obstruía la reforma agraria. Así, la tasa de crecimiento agropecuario fue del 6% anual: maíz, 5.3%; frijol, 9.5%; trigo, 5.3%; papa, 13.5%; café, 10%; caña de azúcar, 4%; tomate, 6.2%; sorgo, 34.8%; y ganadería, 6%.
En asuntos laborales, estableció la participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas mediante la reforma al artículo 123 Constitucional; se definieron los lineamientos para la fijación de los salarios mínimos y el 5 de diciembre de 1963 se consolidaron jurídicamente los derechos de los trabajadores al servicio del Estado mediante el agregado del apartado B al artículo 123 de la Constitución.
En materia social, se erradicó la fiebre amarilla y la viruela; se produjo la vacuna contra la poliomielitis y se hizo obligatoria la vacunación oral de los recién nacidos; se ayodató la sal para consumo humano para disminuir la enfermedad del bocio; y se disminuyeron el mal del pinto, la tuberculosis y las enfermedades de origen hídrico. El Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS, extendió su cobertura y sus clínicas se establecieron a lo largo del territorio nacional; de igual modo, con la creación del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, ISSSTE, se mejoraron las condiciones de vida de la burocracia federal. Se edificaron 48, 121 viviendas, entre ellas las 10 mil de la Unidad de San Juan de Aragón y los 11, 916 departamentos del conjunto de Nonoalco-Tlatelolco.
En el campo económico, con la nacionalización de la industria eléctrica, López Mateos puso fin a las concesiones otorgadas a las empresas extranjeras que afectaban la soberanía nacional y deformaban el desarrollo del país, pues solo el 44% de la población contaba con electricidad. En abril de 1960, se inició la compra de las acciones de las empresas que tenían a su cargo el suministro de energía eléctrica, con el compromiso de estas empresas de invertir en México el dinero que recibieran para evitar una excesiva exportación de divisas. El primero de septiembre siguiente, López Mateos anunció la reforma al artículo 27 constitucional, a fin de que no se otorgaran concesiones a particulares para la prestación del servicio público de energía eléctrica. “Corresponde exclusivamente a la Nación generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la prestación de servicio público. En esta materia no se otorgarán concesiones a los particulares, y la Nación aprovechará los bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines”.
El 27 de septiembre siguiente, desde Palacio Nacional, López Mateos pronunció un breve discurso ante una multitud que lo aclamaba: “Al tomar posesión la nación mexicana de la Compañía de Luz, se consuma un largo esfuerzo desarrollado por el pueblo de México para tener en sus manos la energía eléctrica que en el país se produce por manos de mexicanos.. La nacionalización de la energía eléctrica es una meta alcanzada por el pueblo en el camino de la Revolución… invitamos al pueblo de México a que, en posesión de su energía eléctrica, acreciente su industrialización para llevar a los hogares de todos, los beneficios de la energía eléctrica y los de la industrialización”.
Escribió Gastón García Cantú: “En ese momento fue, aun en las condiciones de una compra de las acciones preferentes, una conquista singular; se le restaba al imperialismo –y nada menos que teniendo como gerente al general Maxwell Taylor, que después arrasaría parte de Vietnam- una plaza fuerte de la economía nacional”.
El 21 de octubre del mismo año, López Mateos presentó una iniciativa para elevar a rango constitucional la nacionalización de la industria eléctrica: “La prestación del servicio público de abastecimiento de energía eléctrica, comprendiendo la generación, transformación y distribución, así como las demás operaciones o actividades industriales o comerciales de que la misma puede ser objeto, requieren, como en el caso del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, ser realizados directamente por el Estado, a través de los órganos competentes, ya que México ha sostenido tradicionalmente la tesis de que los recursos naturales y las fuentes de energía básica, han de estar al servicio de la colectividad y de la elevación de los niveles de vida del pueblo mexicano". Así, al término del sexenio, la producción de energía eléctrica llegó a más de cinco millones de kilovatios, casi el doble de lo que se generaba antes de la nacionalización.
En su libro ya citado, Emilio Arellano recoge las palabras de López Mateos que expresan su nacionalismo “puro”: “Solo un traidor entrega su país a los extranjeros; los mexicanos podemos hacer todo mejor que cualquier otro país. Cuando un gobernante extranjero me pregunta si hay posibilidad de entrar al negocio de los energéticos o a la electricidad, le respondo que apenas estamos independizándonos de las invasiones extranjeras que nos vaciaron el país. Pero que en tanto los mexicanos sí queremos invertir en el petróleo americano o en su producción de energía eléctrica, por si quieren un socio extranjero. En México la Constitución es muy clara: los recursos energéticos y los yacimientos petroleros son a perpetuidad propiedad única y exclusiva del pueblo mexicano. El resto de las especulaciones al respecto son traición a la patria. Industrializar el país no implica una subasta pública de nuestros recursos naturales, ni la entrega indiscriminada del patrimonio de la patria”.
En 1962 se decretó la integración de la industria automotriz, obligándola a incorporar un 60% de partes nacionales en los automotores producidos. En general la producción industrial creció en 51.9%. En PEMEX, la capacidad de refinación subió a 578 mil barriles diarios, 211 mil más que al iniciar el sexenio. La red de carreteras creció 20 137 km y las vías férreas se ampliaron 321 km.
Las exportaciones aumentaron 32% y las importaciones en 9.8%, de modo que se redujo el saldo negativo de la balanza comercial. Además se firmaron tratados comerciales con Grecia, Indonesia, Yugoslavia, Polonia, República Árabe Unida e Italia.
En materia educativa, López Mateos emprendió el Plan de Once años para elevar el nivel de la educación y aumentar la distribución de desayunos gratuitos a los niños de primaria. Pero lo más trascendente fue la creación de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuito el 12 de febrero de 1959, para dar cumplimiento al Artículo Tercero de la Constitución que dispone la gratuidad de la educación. “En un país de tantos desheredados la gratuidad de la educación primaria supone el otorgamiento de libros de texto”. A pesar de que con anterioridad se dieron acciones en este sentido, el proyecto de López Mateos fue más ambicioso: editar y distribuir a todos los niños mexicanos libros gratuitos cuyo contenido abarcara los temas de los programas vigentes de educación primaria.
Al iniciarse la edición y la distribución de los textos gratuitos hubo reacciones del clero católico, de los libreros que veían afectados sus intereses económicos, de la Barra Mexicana de Abogados y del Partido Acción Nacional, los cuales organizaron campañas y protestas porque según ellos los nuevos libros negaban el derecho "natural" de los padres a educar a sus hijos, eran antidemocráticos porque presentaban como única la verdad oficial y antipedagógicos, pues reducían al maestro a mero repetidor de lecciones.
En un viaje a León, en enero de 1963, López Mateos se vio asediado por niños que ostentaban carteles que decían: “El texto único es una vergüenza para México”. A lo que contestó: “Lo que es una vergüenza para México es que las fuerzas obscuras, que no dan la cara, se valgan de los niños para decir un pensamiento que no tienen el valor de expresar. Y esas mismas gentes irresponsables quieren, además, engañar al pueblo. Hablan de un texto único, como si ese texto pretendiera deformar la conciencia nacional. Pero ocultan que es un texto gratuito, para que llegue a los hijos de todos los mexicanos, y que es el único texto gratuito”.
Pronto quedó claro que los libros de texto gratuitos no eran únicos, ni exclusivos, ni excluyentes de otros textos de consulta y que simplemente establecían el contenido mínimo de la educación primaria, sin negar la función educativa del maestro, la escuela y la familia.
Durante la administración lopezmateísta, la partida dedicada a la educación se convirtió en la mayor del presupuesto federal y se editaron y distribuyeron más de ciento doce millones de ejemplares de libros de texto y cuadernos de trabajo. Pero lo más importante fue que a partir de entonces, ya no hubo en nuestro país un solo niño que careciese (si asistía a un plantel primario) del material de lectura que todo estudio requiere. Además, “para proteger a la niñez por todos los medios” y en particular, mejorar la alimentación de la población infantil de menores recursos y extender el beneficio de los desayunos escolares, se creó el Instituto Nacional de Protección a la Infancia, INPI. Durante el sexenio de López Mateos se llegaron a repartir tres millones diarios de desayunos escolares. El analfabetismo descendió al 28.91% de la población.
Mención aparte merece la fundación de la Unidad de Estudios Profesionales de Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional, así como la creación de los museos Nacional de Antropología e Historia (“el caracol”), Nacional del Virreinato en Tepozotlán, de Arte Moderno y de Ciencias Naturales, que hoy atienden a miles de visitantes, mantienen viva la conciencia de nuestro pasado y alientan la confianza en nuestro porvenir.
Además, López Mateos promulgó la primera ley de radio y de televisión que pretendía sujetar la radiodifusión a los intereses nacionales, más allá de servir de mero instrumento de la publicidad comercial y de lucrativo negocio para unos cuantos concesionarios.
En el ámbito internacional, durante los primeros días de su mandato, en diciembre de 1959, López Mateos rompió relaciones con el gobierno de Guatemala, presidido por el general Miguel Ydígoras Fuentes, por la agresión de la fuerza aérea guatemalteca contra barcos pesqueros mexicanos; al año siguiente se restablecieron las relaciones y posteriormente, se reunieron cordialmente ambos mandatarios. Ahí terminó el conflicto.
El gobierno lopezmateísta sostuvo una política internacional independiente de la pugna entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que logró para México un importante y respetado lugar dentro del concierto mundial de las naciones, por sus principios de respeto a la autodeterminación y no intervención en los asuntos internos de los pueblos. Fiel a estos principios, el 30 de enero de 1962, México fue el único país que se abstuvo de votar a favor de la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, OEA, cuando su revolución se declaró “marxista-leninista”; asimismo, rechazó que se le impusieran sanciones económicas y conservó relaciones diplomáticas con el gobierno de Fidel Castro. Por conducto de Manuel Tello, el gobierno mexicano sostuvo: “Existe una incompatibilidad radical entre la pertenencia a la Organización de los Estados Americanos y una profesión política marxista leninista, como lo sería también con una profesión monárquica absoluta. Con la misma energía con que defendemos el derecho de autodeterminación de los pueblos, del pueblo cubano por consiguiente, sostenemos que es inconciliable la calidad de miembro de nuestra organización con la adopción de un régimen de gobierno cuyas características no son las de las democracias representativas.”
Meses después, congruentemente, condenó la instalación de misiles soviéticos en territorio cubano, pero no la justificó como motivo de ataque armado. Así, trató de subrayar su independencia relativa, a la vez que evitó que los cubanos apoyaran a la guerrilla en México.
A pesar de su apoyo a los revolucionarios de Cuba, López Mateos supo mantener excelentes relaciones con el gobierno norteamericano y el 26 de junio de 1962, recibió la visita del presidente Kennedy, durante la cual ambos mandatarios decidieron poner fin a la disputa por la franja de 600 acres conocida como El Chamizal, la cual sería devuelta a México años más tarde, siendo ya presidente Gustavo Díaz Ordaz. Asimismo, en octubre del mismo año, López Mateos ofreció sus buenos oficios para a evitar que la crisis del Caribe, originada por la presencia de proyectiles balísticos soviéticos en Cuba, desencadenara la guerra nuclear.
Fue el primer jefe de Estado mexicano que viajó oficialmente a algunos países situados más allá del continente americano, de Europa y Asia. López Mateos visitó 16 países: Estados Unidos, Canadá, Venezuela, Brasil, Argentina, Chile, Perú, India, Japón, Indonesia, Filipinas, Francia, Yugoslavia, Polonia, Holanda y Alemania Occidental (por estos constantes viajes sus detractores le llamaban “López Paseos”). Asimismo, recibió a varios jefes de Estado o de Gobierno, entre otros a Dwight D. Eisenhower, John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson de Estados Unidos, Charles de Gaulle de Francia, Nehru e Indira Gandhi de la India, Tito de Yugoslavia, Dorticós de Cuba, la reina Juliana de Holanda, Haile Selassie de Etiopía, Manuel Prado de Perú, Jao Goulart de Brasil. Jorge Alessandri de Chile, Rómulo Betancourt de Venezuela, Juan Bosch de República Dominicana, Paz Stenssoro de Bolivia, Sukarno de Indonesia y Dag Hammarskjold, secretario de la ONU. Además de personajes destacados como los astronautas Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova.
El 8 de agosto de 1963 hizo pública la Declaración sobre la Desnuclearización de América Latina, a cuya firma invitó a los presidentes de Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador; por medio de este instrumento, dichos mandatarios se comprometieron a evitar en sus respectivos países la fabricación, recepción y almacenamiento de armamento nuclear, así como la realización de pruebas nucleares con fines bélicos.
Para López Mateos: "La paz también necesita héroes, pues la paz exige tanto o más heroísmo como la guerra… la guerra no es inevitable. El deseo de eliminarla no pertenece al terreno de lo utópico, sino al de las realizaciones prácticas que están al alcance de la inteligencia y la voluntad del hombre. La guerra fría también puede ser evitada si todos los estados y los pueblos adoptan una actitud mental que la repudie para que no desvíe la función y los fines de las instituciones que el mundo creó para defender la paz: las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y los organismos técnicos internacionales".
Este propósito de desnuclearización logró formalizarse con el acuerdo de Estados Unidos, Gran Bretaña y los Países Bajos, entre otros, en 1967, siendo ya presidente Díaz Ordaz, con la firma del Tratado de Tlatelolco, iniciativa que haría a Alfonso García Robles merecedor del Premio Nobel de la Paz.
El 18 de octubre de 1963, en Baden Baden, fue concedida a la ciudad de México la realización de la XIX Olimpiada.
Durante su gobierno fue construido el edificio del Partido Revolucionario Institucional, PRI, ubicado en Insurgentes Norte y Héroes Ferrocarrileros, e inaugurado por el candidato presidencial Díaz Ordaz, el 18 de noviembre de 1963.
Poco antes del término de su mandato, López Mateos expresó: “Si durante este lapso de mi empeño y el de mis colaboradores, se acertó a reducir el ámbito de la insalubridad, de la ignorancia, de la pobreza, de la inseguridad y de la injusticia; si pudimos lograr campos de actividades más amplios y mejores para el quehacer del mexicano; si fuimos capaces, sin apartarnos de la doctrina de nuestra revolución ni del cumplimiento de sus leyes, de perfeccionar nuestras instituciones jurídicas y políticas; si unimos más a los mexicanos en su amor y en sus deberes para con México; si logramos ensanchar el horizonte de la patria y mantener intacta su soberanía y enhiesta la dignidad nacional, será el pueblo quien debe decirlo, y a su fallo inapelable me someto lealmente; de sus filas provengo y a ellas habré de reintegrarme en breve, humildemente, como un hermano más que, cumplida su guardia, vuelve a confundirse con todos sus hermanos”.
Una vez concluido su periodo de gobierno, el 1º de julio de 1965 fue invitado por el presidente Díaz Ordaz a hacerse cargo del Comité Organizador de la Olimpiada, tarea que desempeñó hasta el 15 de julio de de 1966, cuando se vio obligado a pedir una licencia por motivos de salud. Ya siendo expresidente se casó con Angelina Gutiérrez Sadurní.
Se dice que López Mateos se dio cuenta de sus males pocos días antes de rendir protesta como presidente ante el Congreso, cuando se sintió enfermo y tuvo que ser transportado en una camilla. Se menciona también que en el momento de jurar la Constitución tuvo que hace una pausa y después difícilmente pudo mantener el brazo extendido. Se cuenta asimismo, que durante su gobierno sufría migrañas que le obligaban a permanecer en reposo y a delegar sus funciones a sus subordinados, especialmente a Díaz Ordaz, secretario de Gobernación y a Humberto Romero, su secretario particular. Finalmente, le diagnosticaron siete aneurismas cerebrales que gradualmente le hicieron perder el control de su cuerpo, a pesar de que fue operado en noviembre de 1965.
"La vida, a los hombres públicos, nos retira a los 65 años de edad, y a mí, César, la muerte me reclama a los 56". Dijo al periodista César Silva Rojas.
El 31 de mayo de 1967, quedó inconsciente a causa de una hemorragia cerebral; siguió viviendo más de dos años en estado vegetativo y a las 4:30 horas de la madrugada del 22 de septiembre de 1969, Adolfo López Mateos murió en la capital de la República de un paro cardiaco y respiratorio en su casa de San Jerónimo 217 en la que también vivió siendo presidente (nunca ocupó Los Pinos). En el Senado de la República y en la Secretaría del Trabajo le fueron rendidos póstumos homenajes y después acompañado por el presidente Díaz Ordaz, doña Eva Sámano, su hija Avecita y una gran multitud de personas de todas las clases sociales, fue enterrado en el Panteón Jardín.
Para honrar su memoria, en 1994 fue inaugurado el museo que lleva su nombre en su tierra natal Atizapán de Zaragoza, Estado de México, en donde también fue erigido un monumento para guardar sus restos.
Como él mismo lo deseó, el pueblo mexicano falló a su favor y para la mayoría de la gente contó más su obra nacionalista y social, que el autoritarismo con que trató a los disidentes. Fue uno de los presidentes más populares y queridos por los mexicanos, a pesar de la criminalización que hizo de la protesta social. El mejor recuerdo del "gran Presidente humano", como lo llamó Torres Bodet, perdura en los libros de texto gratuitos que año con año, el gobierno de la República pone en las manos de todos los niños mexicanos que cursan su educación primaria.
A treinta y siete años de su muerte, escribió Jorge Sayeg Helú (Perfil de un Patriota, El México de Adolfo López Mateos): “Y hoy en que parece haberse empantanado nuestra tenebrosa y sucia política nacional, dentro del fango en el que ha caído, aparece la luz que irradian, brillante e intensa, nuestros próceres, entre los cuales cuenta ya Adolfo López Mateos, para mostrarnos el camino que deberemos seguir; camino que, enraizado en nuestro encomiable pasado histórico, han tergiversado los últimos gobiernos que hemos padecido…”


Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
Efeméride. Nacimiento 26 de mayo de 1910. Muerte 22 de septiembre de 1969.


 FUENTE.http://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/LMA09.html

Don Adolfo Lopez Mateos es para mi el mejor presidente que ha tenido México. Gran Humanista, con Carácter fuerte pero con una Gran Sensibilidad que le permitió tener el conocimiento para ser eje central en los cambios que requería nuestra sociedad en ese momento. Como todo Ser Humano tuvo errores y su mayor desatino fue Don Gustavo Diaz Ordaz